¿Puede el software de fabricación ayudarnos a deslocalizar la producción?

James Monighan
18 de julio de 2023
¿Puede el software de fabricación ayudarnos a deslocalizar la producción?

Desde los años sesenta, cuando General Electric empezó a deslocalizar su fabricación a países donde costara menos ejecutarla, vivimos en un sistema de fabricación global. 

Como resultado, si alguna vez has querido un coche nuevo o un ordenador reluciente -quizás uno diseñado en California, pero ensamblado y fabricado en gran parte en China-, generalmente has podido conseguirlo, siempre que te lo puedas permitir. 

Pero hoy, ese sistema está sometido a más tensiones que en ningún otro momento de los últimos 50 años. 

Las cadenas de suministro se están rompiendo, presionadas por factores globales como Covid, la crisis ucraniana y la escasez de materias primas. 

Anteriormente, los países occidentales contaban con sectores manufactureros nacionales relativamente sólidos en los que apoyarse, pero debido a los efectos de la globalización esto ya no es así, ya que la capacidad nacional se ha visto mermada. 

Con la pérdida de impulso de la fabricación nacional, hay menos incentivos para que los trabajadores más jóvenes busquen una carrera en este sector, lo que significa que los países occidentales han desarrollado un preocupante déficit de cualificaciones, ya que los empleados cualificados de más edad se jubilan a un ritmo muy superior al de su sustitución. 

Y, sin embargo, la demanda global de manufacturas está aumentando. Somos una sociedad consumista, lo que significa que queremos más cosas, y los políticos (como Joe Biden) intentan reposicionar las economías de sus países para satisfacerla

El temor, sin embargo, es que aunque la demanda de componentes mecanizados está aumentando, el sector manufacturero no puede satisfacerla debido a la falta de talento formado, lo que da lugar a una "brecha de producción" potencialmente aterradora y multimillonaria (la diferencia entre la demanda y lo que el sector puede producir realmente) que obstaculizará el desarrollo económico y el crecimiento mundiales. 

¿Cuál es la solución?

La tecnología al rescate

En junio, CloudNC lanzó al mundo un nuevo software llamado CAM Assist que creemos que es una pieza que ayudará a resolver el rompecabezas. 

Hoy en día, la fabricación de precisión es una parte fundamental de la cadena de suministro global, ya que es responsable de los componentes necesarios para fabricar cualquier cosa compleja (como un vehículo o un ordenador), pero también es un cuello de botella. 

Las máquinas CNC (las minifábricas que producen componentes mecanizados) son piezas importantes del equipo, pero también son difíciles y requieren mucho tiempo para programarlas con precisión y eficacia. Dependiendo de la complejidad de la pieza solicitada, un programador cualificado puede tardar horas en producir una trayectoria de herramienta fiable, o incluso días.

CAM Assist cambia todo eso. Mediante el uso inteligente del código para eliminar soluciones y encontrar las más eficientes, acelera hasta en un 80% la rapidez y facilidad con que puede programarse un nuevo componente para una máquina CNC, acortando el proceso de producción en una media de 63 minutos por pieza. 

Es una gran ventaja, pero ¿qué significa? Pues bien, si extrapolamos ese ahorro, permite a los fabricantes ser mucho más productivos:

  • Los expertos pueden dedicar menos tiempo a programar y pueden invertir su tiempo y conocimientos en tareas mucho más complejas. 
  • Los programadores junior pueden ser más productivos con mayor rapidez y mecanizar componentes más difíciles.
  • Al reducir su dependencia de la programación manual de las máquinas, las fábricas pueden fabricar más piezas, más rápido y con menos residuos.

Más dinero, menos problemas

Ése es el beneficio por fábrica o fabricante. Pero, ¿qué ocurre cuando damos un paso atrás en la visión macro?

Si se consigue que no sólo una fábrica sea más económica, sino muchas fábricas, de repente hay muchas más opciones disponibles:

  • Podemos nivelar el terreno de juego mundial, ya que las fábricas de los países desarrollados pueden volver a competir con sus homólogas de otros lugares, ya sea a través de los precios, el aumento de la eficiencia o la flexibilidad. 
  • Sectores nacionales más fuertes significan cadenas de suministro más cortas, lo que reduce la amenaza geopolítica de crisis mundiales perturbadoras.
  • Cadenas de suministro más cortas significan menos impacto ambiental: menos cargas yendo y viniendo entre Oriente y Occidente.
  • Podemos reducir la brecha de talento en la industria manufacturera, lo que significa que ayudamos a los fabricantes a satisfacer la creciente demanda con su mano de obra actual y futura, sobre todo ayudándoles a emplear a jóvenes talentos.

Si se suman todos estos factores, se llega a una situación en la que los sectores manufactureros nacionales son lugares atractivos para trabajar, impulsados por la tecnología punta y preparados para competir en el futuro, en lugar de activos menguantes que compiten desoladamente contra adversarios que recortan costes en una carrera a la baja. 

¿Qué significa eso en la práctica? Bueno, quizá sea la diferencia entre la vieja Detroit -una ciudad "donut" colapsada y vacía en el centro, ya que su núcleo manufacturero se ha vaciado a medida que la industria automovilística estadounidense se tambaleaba- y una Detroit nueva y dinámica, donde los nuevos fabricantes, apoyados por tecnología punta, son capaces de llenar el vacío, creando prósperos comercios y empleos cualificados que apoyan el ecosistema local y reinventan una ciudad. 

Ahora bien, todavía no vivimos en un mundo en el que el software de CloudNC esté cambiando la forma en que el mundo fabrica cosas: es demasiado pronto para eso. Pero creo que en un futuro próximo empezaremos a ver señales de que los fabricantes se replantean sus estrategias globales, y que soluciones como la nuestra y otras crean los brotes verdes de recuperación que necesita la fabricación.